Hay un tema que por mucho tiempo me impidió hacer cambios en mis hábitos, y a través de acompañar a mis pacientes me he dado cuenta de que frecuentemente también les sucede: el temor de iniciar un cambio y no hacerlo bien.
Déjame explicarte un poco a qué me refiero con esto. Por ejemplo, tengo las ganas y la motivación de empezar a hacer más actividad física, incluso tengo en mente qué actividad física quiero realizar (por ejemplo, salir a andar en bicicleta), pero llego hasta ahí, y no me atrevo a dar el paso de iniciar, por temor a que una vez que lo inicie, no pueda llevarlo a cabo como tengo en mente. Otro ejemplo, quiero empezar a alimentarme de manera más saludable, incluyendo más verduras y frutas a mis comidas, pero anteriormente ya me lo propuse y sólo me duró un corto tiempo, por lo que ahora, a pesar de que es algo que quiero realizar, tengo las ganas de hacerlo, no lo hago, ya que pienso y siento que nuevamente voy a fracasar. ¿Te suena conocido?
Para mi, esto tiene mucho que ver con las expectativas que tenemos en el momento en que nos proponemos realizar un cambio, en donde nos imaginamos que adquirir este nuevo hábito tiene que ser tal como lo imaginamos, o mejor no lo hacemos. Y esto tiene que ver con que nos imaginamos que los cambios son de un momento para otro, y que si un día (o una semana, o un mes, o incluso un año) no llevo a cabo ese hábito, quiere decir que fracasé y que no puedo realmente realizar este cambio.
Pero, ¿qué pasa si te digo que el crecimiento no es lineal? ¿Que el hacer cambio en nuestros hábitos probablemente sea algo más parecido a una montaña rusa que a una escalera ascendente y simétrica? Cuando cambié mi mentalidad, y comencé a ver que todas estas subidas y bajadas (es decir, momentos en que lograba el hábito, y momentos en los que no lo hacía), eran realmente parte del proceso, es que realmente pude adquirir los cambios que quería, de manera IMPERFECTA. Quizás no llevé a cabo mi plan de andar en bicicleta todos los fines de semana de manera constante, o no logré alimentarme saludable todos los días como me había propuesto inicialmente, pero ahora, si es que no lo logro, lo acepto, me comprendo con compasión, y no me culpo ni me siento un fracaso. Porque es parte del proceso. Porque el otro extremo, que es no hacer el cambio, ahí sí que no hay ningún avance. En cambio, si es que ahora logré andar en bicicleta una vez al mes, y alimentarme saludablemente 3 de 7 días a la semana (en promedio), ES UN GRAN AVANCE CON RESPECTO A CÓMO ESTABA ANTES.
Te quería compartir esta reflexión por si quizás te encuentras en un proceso de cambio de hábitos y te sucede algo similar. Avanza imperfectamente, sube y baja de la montaña rusa, pero hazlo. No te quedes con las ganas sin si quiera subirte a probar el juego.